Las investigaciones indican que el dolor de espalda es la principal causa de discapacidad en todo el mundo, incluso más que las cardiopatías y la diabetes. Se estima que cerca del 80% de los adultos sufrirán un episodio de lumbalgia durante su vida. Además, más de la mitad de los que padecen dolor de espalda tendrán otro episodio en el plazo de un año o su dolor de espalda persistirá y se convertirá en un problema crónico. Debido a estos hechos, un aspecto clave del tratamiento quiropráctico para la lumbalgia es reducir el riesgo tanto de cronicidad como de recurrencia. Aunque se ha demostrado que las visitas quiroprácticas de mantenimiento o bienestar tras la finalización de la atención ayudan en este sentido, los ejercicios realizados en casa por los pacientes son especialmente útiles. Pero, ¿qué tipo de ejercicios son mejores con el objetivo de prevenir un futuro episodio de lumbalgia, los de estiramiento o los de fortalecimiento?
Para averiguarlo, los investigadores reclutaron a 90 pacientes con lumbalgia inespecífica—que es el tipo más común de lumbalgia, que ocurre en ausencia de una patología específica, como hernia discal, estenosis espinal, infección, o fractura—y los dividieron en tres grupos: solo estiramientos, solo fortalecimiento, o ambos. Después de tres meses, los cuestionarios de resultados revelaron que el grupo que solo realizó ejercicios de fortalecimiento experimentó las mayores mejoras con respecto al dolor y la discapacidad, seguido del grupo que realizó ejercicios combinados y, por último, el grupo que solo realizó ejercicios de estiramiento. Un estudio similar publicado un mes después concluyó que los ejercicios de fortalecimiento son más eficaces que los ejercicios de estiramiento solos. Sin embargo, el estado de cada paciente es único, y los ejercicios específicos que realice deben basarse en los resultados de su examen, la respuesta al tratamiento en el consultorio, las preferencias personales, y la capacitación y experiencia clínica de su quiropráctico.
Un aspecto a considerar antes de iniciar una rutina de ejercicios es que los trastornos musculoesqueléticos en otras partes del cuerpo pueden afectar a la biomecánica del paciente y contribuir a (o causar) su lumbalgia actual. Por ejemplo, si un pie se prona o gira hacia dentro más que el otro al estar de pie y al caminar, toda la cadena cinética reacciona y tiene que compensarlo de la siguiente manera: la rodilla “golpea” hacia dentro, la cadera hacia fuera, la pelvis desciende en exceso, la columna lumbar se curva más (convexa hacia el lado corto), la parte media y superior de la espalda se inclina hacia el lado opuesto mientras que el occipucio o cabeza intenta mantener una posición horizontal para mantener el equilibrio. Las consecuencias de este fallo biomecánico podrían experimentarse en primer lugar como lumbalgia, y con el tiempo, pueden provocar un desgaste excesivo de las articulaciones, los ligamentos, los discos, y pueden desembocar en una osteoartritis prematura o en una enfermedad discal degenerativa. Si no se tratan estos problemas, no solo es más probable que la lumbalgia del paciente regrese, sino que también puede dificultar la postura correcta durante el ejercicio y aumentar el riesgo de sufrir lesiones.
La buena noticia es que la quiropráctica está bien respaldada como una intervención eficaz para tratar la lumbalgia, especialmente si se siguen los consejos de su médico de realizar ejercicios entre las visitas y mantenerse activo una vez finalizado el tratamiento.